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Valle de guadalupe
Otoño 2024
En un giro peculiar de la vida, me encuentro reflexionando sobre mis 23 años de carrera. Más de la mitad de mi existencia ha transcurrido en este viaje culinario. Ahora, me embarco en una nueva aventura: un restaurante que lleva mi nombre. ¿Por qué? Bueno, no estoy del todo seguro. Quizás sea arrogancia, o tal vez solo una ilusión. A veces creo que veo el mundo desde una perspectiva única, pero también me pregunto si es solo una fantasía.

En el pasado, he creído tener talento, pero también he dudado de mí mismo. La vocación, el destino... no creo en esas cosas. Lo que sí creo es que la vida es una serie de preguntas sin respuestas, y que el mundo cambia antes de que podamos encontrarlas.

No hago las cosas por dinero, pero entiendo su utilidad en este ritual llamado vida. Ahora, abro mi tercer restaurante, como si fuera el último, aunque espero que no sea el definitivo. La noticia se filtró en mayo, pero la verdad es que no será como todos esperaban.

Me fascina cómo la gente se parece a su entorno. En Manhattan, el cielo es un laberinto de geometrías, y la creatividad es palpable. En la Baja California, el cielo es vasto y el desierto convive con el mar. Aquí, no necesitamos gran cosa, porque lo tenemos todo.

Mi restaurante, Diego-Hernandez, abrirá sus puertas en el museo del vino, aunque quizás un poco más tarde de lo planeado. Quiero hacer un soft opening, un ajuste gradual hasta encontrar la esencia del lugar. Mis amigos me preguntan cómo será, y yo solo puedo responder que quiero revivir la hospitalidad de otra época, sin la superficialidad de la fama. Un restaurante moderno, con raíces en la tradición. Alguien de la Baja debía hacerlo.
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Ventana

Diego siempre ha cocinado desde una Ventana.

En esa ventana de armazón ha podido construir una trayectoria donde el homenaje al producto y a la tierra que se sirve en la mesa todos los días. Desde sus ojos observa el desierto y los huertos que se esparcen en las amplias tierras del Valle de Guadalupe, ahí observa las uvas de los viñedos en donde se tejen bellas historias liquidas que maridan con platos llenos de visión e inteligencia. 

Cada centímetro donde crece un vegetal, es valorado como vida sagrada ante la ausencia de agua de lluvia, lo que eleva el compromiso del chef para poder rendir homenaje al producto entregando platos con sabores amplios y delicada compañía de aceites de olivo, sales y brotes que enaltecen su cocina. 

Del mar, al que vio desde pequeño por la ventana de sus ojos, hay tantas memorias que bien saben cocinar en la serenidad de las olas de un mar generoso, que durante años entrego sabores únicos y que en ocasiones juega a mezclarse con los vegetales del campo, logrando que mar y tierra se fusionen en armonía. 

Hay chivos, borregos, cerdos, vacas y aves maravillosas que desde la infancia el Chef pudo observar, acariciar para entender su valor en el ecosistema y en la vida del Valle Guadalupe. Es por eso que los métodos del trato son éticos y cuidadosos para poder homenajear la vida y la muerte de cada especie.

Los anteojos del chef fueron su ventana hasta hace algunos días. Desde hoy, hay nuevas ventanas que dejan ver un amplio valle y un cielo azul y detrás de ellas, pegadas a la pared, hay una amplia cocina que guarda una geometría perfecta y una estética envolvente, donde Diego Hernandez toma vida nuevamente en el Valle donde cultivo memoria. 

Los techos amplios y la paleta de colores repletos de identidad local, bajo la sublime arquitectura de Museo de la Vid dan respiro a una cocina unica en la zona e impactante para nuestro país. Los sabores han de inundar esa cocina y las ollas harán el ruido adecuado para entregar platos diseñados con pasión. 

La sala que también tiene sus ventanas amplias nos dejara ver la luz del día y las estrellas en la noche. El menú que se ha de servir en cada mesa, estará impregnado de los recuerdos de infancia de un chef que ha estudiado el producto, entendido la zona y que ahora, bajo amplias ventas que ven desde adentro, se atreve a ser visto desde afuera sin temor a mostrar quien es y como él ha madurado, logrando entender la luz de un valle que tiene la fuerza de un sol de verano para poder dar la calidez a todos los que visiten la cocina de Diego Hernandez.

El chef Diego es un protagonista que valora la luz que entra y que sale desde una cocina de visión amplia. Te invitamos a este nueva ventana gastronómica del México. 


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